María José Cristerna, abogada y tatuadora, empezó a realizar modificaciones en su cuerpo tras ser víctima de violencia familiar. ´Los tatuajes eran una forma de liberación para mí´, señaló.
LA MUJER VAMPIRO
Cristerna asegura haber pasado una etapa difícil luego de la separación de sus padres, esto la llevó a refugiarse en el mundo de los tatuajes. Fue en ese tiempo que conoció al padre de sus cuatro hijos, con quien se casó a los 17 años, pero nunca imaginó que sería maltratada por su esposo.
Sin embargo, el alumbramiento de su cuarto hijo, Ismael y el maltrato que sufría constantemente, fue lo que determinó que Cristerna abandonara a su esposo y se fuera a vivir sola con sus cuatro hijos.
“Yo me encontraba pintando y de la nada me rompió una grabadora en la cabeza, luego me pateó y todo eso observaban mis hijos, eso fue determinante para que lo dejara y me fuera a vivir con mis hijos”, contó.
Luego de pasar un momento difícil con sus hijos, María José conoció a David un hombre que vive con ella desde hace 8 años y es el ‘padre’ que sus cuatros hijos siempre quisieron tener.
Sus amores
Sus cuatro hijos: Silvana, Samantha, Guillermo e Ismael son la razón de su vida y ellos tienen muy claro la forma de ser de su madre y la defienden ante cualquier persona que quiera ofenderla.
Mujer vampiro. Sí, y aunque parezca difícil de creer, es la historia de María José Cristerna, una ciudadana mexicana, en el barrio de Sapopán, que decidió realizar una transformación total en su cuerpo, demostrando que la libertad se puede expresar de diferentes maneras.
A pesar de su extravagante apariencia, cubierta de tatuajes en un 100 por ciento de su anatomía, varios piercings en su rostro, implantes de titanio, simulando cuernos y colmillos modificados de su propia dentadura, esta mujer señala haber tenido una vida bastante “normal”.
“Mi familia fue y es profundamente católica. Estudié en un colegio religioso, me enamoré, me casé de blanco a los 17 años, seguí una carrera. Quería hacer las cosas bien”, sostuvo en el reportaje realizado por el programa Día D.
Sin embargo, los constantes golpes y maltratos en el hogar de parte de su pareja, fueron el detonador que dio inicio a su “reinversión” como persona, pues al mismo tiempo que trabajaba como abogada y atendía a sus hijos, acudía a hacerse un tatuaje, una forma de liberarse y sentirse conforme consigo misma.
Tras separarse de su pareja de manera definitiva y después de dar luz a su cuarto hijo, decidió continuar con su transformación, pero esta vez, la llevó a niveles más altos.
“Los cuernos que tengo son símbolo de fuerza, son implantes que fueron colocados sin anestesia, el color de mis ojos los cambié porque era como realmente quería ser yo y los colmillos, es porque desde muy niña me encantan los vampiros… (sic), este tatuaje que no se ve mucho (en su quijada) es un tatuaje que se lo hacían las mujeres de la tribu Maorí, también simboliza la fuerza”, recalcó.
Agregó que aún piensa en seguir modificando su cuerpo, "un par de implantes en la parte posterior de la cabeza", señala, para eso sigue trabajando como tatuadora y diseñando cortes, en una habitación acondicionada especialmente en su hogar.
Guillermo, el tercero de los hijos de María José señaló: “Los que dicen que fea es mi mamá es su problema, ella es libre de ser como sea. Yo les digo y la tuya que, algunas hay chinas, ojonas, chaparras, así que si se meten con mi madre que no se quejen”.