La Dama de las Modificaciones. Hoy en día encontramos miles de personajes modificados por todos lados, pero una de las pioneras es Lady La Negra
En homenaje a su fuerza y a su valor como mujer, mantengo esta entrevista en Belagoria ,la verdad es que no tiene mucha relación con mi web ,pero me parece necesario hacer una reivindicación de una forma de ver la vida, una forma abierta, arriesgada, valiente y comprometida con una menera de ser, original y rebelde. Con personas como Lady la Negra la vida se llena de colores y de paisajes distintos en los cuales merece la pena perderse una buena tarde de verano. Gracias y espero que os guste.
La Negra cuenta que hace trece años (entrevista del 2005 !!) comenzó con tatuajes. “En ese entonces piercing, implantes, suspensiones (aros para colgarse), escarificaciones (cortes) o branding (quemaduras) no existían o apenas comenzaban. R.S. ¿De dónde viene el tema de los implantes? “Una artista plástica francesa llamada Orlan es muy buena. Aunque hace unos veinte años ya había un tipo que recreaba las técnicas de cuestiones tribales. Porque en sí en cada región siempre se buscó una estética, pueden ser pelucas, ropas, algunos utilizaron platos en la boca o en las orejas. Nosotros mismos acá utilizamos barba o no, o cortes de pelo. Hay una búsqueda de estética en cada cultura.”
RS. ¿De qué son los implantes que llevan en la cabeza? “Son de teflón puro o silicona de implantación. Tiene que tener mucha aceptación en el cuerpo. Se utiliza también para cosas quirúrgicas.”
R.S. ¿Y ustedes buscan verse bien? “Decir que no cuando uno se ve de una manera es ridículo. Es un poco más profundo esto. Es un estilo de vida. Uno no puede sacarse estas cosas así nomás. Tampoco uno lo hace con la intención de tenerlo un tiempo y sacárselo. Uno acepta un cambio. Es más o menos como quien va a un gimnasio a quitarse la panza y desarrollar unos buenos bíceps y elige ahí modificar su cuerpo como le gusta a él. Mi cuerpo es mi único capital. Es mi auto y mi casa. Lleva mi cabeza, mi alma, es lo que hace comunicarme con los demás. Pase lo que pase alrededor, tengo mi cuerpo. Cuando no lo tenga no sé que va a pasar. Yo lo embellezco. Lo cuido.”
P.C. Recién dijiste que tu cuerpo es todo lo que vos tenés. Que te sirve para comunicarte con los demás. ¿Cómo es la comunicación con otra gente? “¿A vos recién te dio impresión hablarme?”
R.S. Supongo que en otros países debe ser más fácil pasar inadvertidas... “En San Pablo no nos dieron ni bola, ni te miran. Acá la gente es muy curiosa de la vida del otro. Mi hija de cuatro años va a Manzanita [jardín maternal del barrio], nunca tuve ningún problema. Creo que tiene que ver mucho con uno mismo, con como uno se manifiesta. Yo respeto a los demás y trato que me respeten.”
R.S. Como estética la veo “dark”, como con una búsqueda a lo vampiresco... “No. No somos dark y no tenemos culto a nada. No somos ninguna secta. De adolescente capaz que buscás quien sos, pero luego vas encontrando tu lugar. Nosotras nos hacemos arte corporal.”
El piercing hace un tiempo era algo raro, hoy es común. Hoy hacerse un piercing es como ir al solarium o al gimnasio. Se volvió algo más para el cuerpo. Lo que hacemos nosotros es aún más involucrado con el arte corporal. En octubre 2004 hicimos la Convención en el Centro Cultural Borges. Viene gente de Europa porque hay una seguidilla de convenciones por toda Sudamérica para esas fechas y así se arma como un recorrido.”
La Negra nos dejó un par de sus revistas: papel de primera, todo color, gruesas, con lomo, costosas, llenas de fotos para mí muy fuertes, ¡impactantes! Hojeándolas me siento viejo, como sapo de otro pozo, en otra onda. Me dejan con un sabor sadomasoquista al igual que el despedirme de las chicas me dejó algo confundido, mareado, como si hubiese atravesado un muro tabú. Aunque intelectualmente entiendo que cada cual, mientras no hiera a otro que no quiera ser lastimado, hace lo que quiere, sensorialmente me cuesta comprender.
Tal vez -así como dicen que existe el mal de ojo- también la vista se hiera. Entrevistaron R.S. y P.C. Revista El Abasto n°63, marzo 2005.